Apenas ha pasado una noche desde
ayer y todo cambia de sentido. Lo que ayer nos agobiaba hoy nos ilusiona. Los
proyectos nuevos se nos agolpan uno detrás de otro a la espera de que les vayamos
dando la prioridad necesaria para llevarlos a cabo. Ayer daba igual no hablar
inglés con fluidez, hoy es absolutamente necesario. Los quilos demás ayer no
estorbaban y hoy se guardan los dulces por eso de que hay que ir preparando la
operación bikini con tiempo y el refrán de "a quién madruga Dios le ayuda"
recobra más fuerza que nunca.
A veces sientes que la vida no
hay quién la entienda y que todo es un camino de un solo sentido y que los
sueños nunca se cumplen. A veces, sueñas lo que no tienes, deseas lo que no te
mereces y reniegas de tu día a día. La vida es un constante ir y venir. El
presente ya es pasado con un sólo parpadeo y la verdad no es ni una, ni pocas
ni muchas sino aquella que afecta al bien común, a la lucha del colectivo. La
partícula que a todos nos iguala y que
vive en nuestro corazón y nuestra alma. Porque uno solo no es nada y necesita
al de al lado, porque un colectivo necesita del individuo y porque la soledad
no se entendería si no hubiera compañía. Hagamos de este mundo un sitio en el
que merezca la pena vivir y que todos aquellos que deban tomar decisiones por
el resto lo hagan con el respeto que merecemos todos y que ellos también se
merecen. Al buen pastor su rebaño le obedece
y con apenas un par de perros los guía por los pastizales que el desea.
El malo, por contra, necesita de muchos perros y aún así, las ovejas se les
desmadran.
Que vuestros buenos sueños para
este año se hagan realidad (y los míos también).